28 de agosto, domingo
Durante el desayuno en el hotel conocemos a dos agradables chicas que también están haciendo el Camino y con las que coincidiremos más adelante: María, colega del Banco Sabadell y Gabi, alemana y miembro de un grupo de rock.
Caminamos unos kilómetros tranquilamente y pronto encontramos la Playa de Concha de Artedo donde ya están las chicas tomando el sol y nosotros vamos a darnos un refrigerio, que el desayuno ha sido algo liviano. La cosa se prolonga dos horas pero no hay prisa porque la etapa de hoy es corta ¡por fin! y el lugar donde nos encontramos muy grato, por lo tanto a disfrutar el momento.
El resto del trayecto hasta Soto de Luiña es por caminos asfaltados y pistas entre chalets y, de vez en cuando, algo de vegetación. Muy monótono.
Llegamos muy pronto a Soto y nos ubicamos en el albergue que ocupa unas antiguas escuelas rodeadas de prados a las afueras del pueblo, y que reúne todas las condiciones para hacer una buena colada, así que ¡al ataque!.
Soto de Luiña es una pequeña parroquia del concejo de Cudillero que tendrá unos 500 habitantes como máximo, sólo hay tres bares, un pequeño hotel y el albergue, casi todo regentado por la misma familia, por lo que toca darle al “chinchón” (me refiero al juego de cartas, no al anís) hasta la hora de la cena. ¡Hay que ver!, para un día que llegamos pronto a un sitio no hay “na de na”.
Viene el hospitalero a explicarnos muy amablemente la ruta de mañana que es algo compleja y luego cenamos bien viendo un partido de fútbol, rellenamos la petaca de Paco y de vuelta al albergue a continuar la partida. Es lo que hay.
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