CAMINA Y REVIENTA CINCO: LUARCA

31 de agosto, miércoles

La etapa de hoy es algo monótona, de paisaje repetitivo y por camino alejado de la costa, así que la tomaremos con calma y ya llegaremos. Con ese sosiego, vamos pasando por diversas parroquias hasta alcanzar Villapedre y luego Piñera, donde las antiguas escuelas han sido habilitadas como albergue. Avanzamos hacia Navia, la capital del concejo, rebasando antes Villaoril y La Colorada.

El río Navia da nombre a esta villa de unos 10.000 habitantes que viven de la ganadería, la pesca, los servicios y de los empleos que proporciona una gran factoría de la industria papelera.

A partir de Navia vamos encontrando con frecuencia la cruz de la Orden de Santiago, que fue fundada en el s.XII para defender a los peregrinos de los maleantes y delincuentes que los asaltaban. Y así llegamos a Jarrio donde almorzamos con Miguel. Desde aquí ya sólo nos quedan 8 km. a los que nos enfrentamos con la panza bien llena y la bota de vino vacia, por lo tanto tenemos por delante un paseo tranquilo.

Nos comentan que el albergue de La Caridad está cerrado por obras, habiéndose acondicionado uno provisional en las viejas escuelas de Arboces, unos 2 km. antes, y aquí nos quedamos. La hospitalera es una mujer de mediana edad, viuda, amable y servicial, buena conversadora y convencida de su trabajo, que ambienta el lugar con su permanente charla contando numerosas anécdotas particulares y del Camino.

Ya nos hemos duchado y descansado un rato y ahora apetecen unas cañitas. Las primeras las tomamos en La Caridad, tras un paseo por el pueblo, y las segundas y siguientes las disfrutamos en Tapia de Casariego, en cuyo puerto cenamos en una terraza muy agradable, distendidamente y sin prisas porque hoy se puede volver tarde al albergue al no tener hora de cierre.

Al regreso nos perdemos con nocturnidad y alevosía (igual que nos pasó en Gijón), y hacemos un obligado recorrido turístico por las carreteras comarcales del entorno antes de irnos a dormir.