29 de agosto, lunes
Hoy sí tomamos un nutritivo desayuno en el bar-hotel del hospitalero, quien nos recuerda que hemos de caminar por carretera (antigua N-632) abandonando la tentación de adentrarnos por los senderos de la montaña ya que se encuentran llenos de maleza e intransitables.
La nueva autovía ha absorbido casi totalmente el tráfico de esta carretera nacional quedando sólo como vía de unión entre pueblos, por lo que la circulación de vehículos es simbólica y caminar por ella resulta ciertamente cómodo y nada peligroso pese a las innumerables curvas que el terreno propicia, aunque andar mucho tiempo por asfalto no es grato para los pies.
Tras 7 km. de placentero zigzagueo, protegidos del “orbayu” por la tupida vegetación que se vuelca sobre la cuneta, arribamos a Novellana distinguido en 1962 como el pueblo más bonito de Asturias y en 1992 con el premio Príncipe de Asturias al pueblo ejemplar. El núcleo urbano está formado por un conjunto de casas tipo chalet, alineadas irregularmente en torno a la carretera, todas con jardines llenos de arbustos, muchas flores y algún árbol, que recuerdan a los típicos pueblos franceses de la ladera Norte de los Pirineos. Es una gozada caminar por aquí.
Ya tenemos las piernas calientes y los “jamaicanos” del grupo (Paco y Fernando) se van destacando hasta perderlos de vista. Estamos en Castañera, un lugar de las mismas características que Novellana, y en esas, aparece Miguel con María y Gabi a las que ha trasladado a un pueblo cercano donde hay centro de salud porque María tiene una erupción alérgica en una pierna producida por el neopreno de la rodillera que usa. Las chicas se despiden muy agradecidas obsequiándonos con una caja de bombones de la que daremos cuenta tras el almuerzo que estamos preparando.
Los “jamaicanos” han corrido mucho pero se han fijado poco en las marcas del Camino desviándose hacia la Playa del Silencio, una de las más bellas y mejor conservadas de Asturias, un espacio protegido y escondido entre acantilados pero de acceso intrincado, por lo que han tenido que dar la vuelta y ya les llevamos unas cervezas de ventaja cuando llegan.
Unos cuantos kilómetros más por la agradable carretera sin vehículos y nos plantamos en Ballotas. Aquí nos recomiendan que tomemos un sendero que conduce hasta Ribón por la costa, sobre los acantilados, lo que hacemos Antonio y yo para descansar los pies de tanto asfalto mientras Fernando y Paco, que aún tienen en mente la bajada-subida a la Playa del Silencio, eligen el firme regular de la carretera.
La zona es preciosa y la vegetación formidable. Aprovecho para recolectar un montón de hojas del aromático laurel que aquí crece salvaje, así como semillas del mismo y del pinchoso acebo a ver si consigo que brote en el Mediterráneo.
El gran trabajo de apoyo que desarrolla Miguel, permite que encuentre lugares para descansar como los Apartamentos Carín en Villademoros a 2 km. de Cadavedo y, lo mejor, a precio de albergue. No falta de “na”, y estamos tan cómodos que decidimos quedarnos un día más, por lo que mañana, después de hacer la etapa, volveremos aquí a dormir.
Compramos en una tienda del pueblo y nos preparamos un homenaje con tortilla, chorizos a la sidra, ensalada, ……, la pena es que no podemos ir a Cadavedo a tomar una copichuela y disfrutar de sus fiestas porque está jarreando, ante lo cual habrá que darle caña al orujo que tenemos en el congelador mientras echamos unas partidas de cartas.
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